sábado, 7 de junio de 2014

La Izquierda Plural: "Nuestra alternativa a la Ley de Abdicación: referéndum y proceso constituyente".

Chesús Yuste, J. Luis Centella y Joan Coscubiela
Ayer por la tarde, los portavoces del G.P. La Izquierda Plural, José Luis Centella (IU), Joan Coscubiela (ICV) y Chesús Yuste (CHA), registraron un texto alternativo al proyecto de ley orgánica de abdicación. Se recomienda la lectura del preámbulo y de los artículos que obligarían a convocar el ansiado referéndum sobre monarquía o república y que nos permitiría abrir un proceso constituyente:
Enmienda a la Totalidad del G.P. IU, ICV-EUiA, CHA: La Izquierda PLural, con texto alternativo al Proyecto de Ley Orgánica por la que se hace efectiva la abdicación de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I de Borbón.
Exposición de motivos.
El anuncio del Rey de España, Juan Carlos I, de su voluntad de abdicar en favor el Príncipe Felipe, brinda a la sociedad española la oportunidad de realizar un debate democrático que hasta ahora ha sido hurtado a la ciudadanía.
La proclamación del Rey Juan Carlos en 1975 por las Cortes franquistas, designado por el propio dictador conforme establecía la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, otorgaba a la Monarquía la legalidad franquista, pero no legitimidad democrática.
La aprobación de la Constitución española de 1978 le otorgó esa legitimidad democrática a partir del voto de los ciudadanos en referéndum. Pero es evidente que ello se produjo en condiciones de clara excepcionalidad.
Son muchos los ciudadanos que en aquel momento antepusieron la consolidación de la democracia a sus profundas convicciones personales y políticas en favor de una forma de Estado Republicana.
Tenemos la convicción de que aquella decisión fue útil para la consolidación del sistema democrático y las posteriores transformaciones económicas, sociales y políticas que ha vivido España. Pero ello no es óbice para reconocer que esa decisión no puede ser considerada inamovible. Este argumento no puede usarse para hurtar, ni a los ciudadanos que pudieron votar entonces ni a los que por su edad no pudieron participar en el referéndum constitucional, su derecho a debatir y decidir hoy sobre cuál debe ser la forma de Estado.
Además de las razones derivadas de las especiales circunstancias históricas en que se adoptó aquella decisión, existen otras de gran trascendencia y actualidad hoy, que no deberían pasarse por alto. La deslegitimación generalizada de las instituciones ha alcanzado también a la Monarquía, no solo al Rey, como forma de organizar la Jefatura del Estado. Una buena parte de la ciudadanía considera que el régimen de “no responsabilidad” del Rey previsto en la Constitución Española está en el origen de la sensación de impunidad con la que el Rey y su entorno se han comportado durante estos años.
Además, si algo da sentido a la insatisfacción profunda que los ciudadanos sienten hacia el sistema de democracia parlamentaria, es la percepción de que, tal como se ha desarrollado, excluye la participación directa de la ciudadanía, en contra del mandato constitucional del artículo 23 de la CE.
Este sentimiento de ser tratados como clientes de la política y no como ciudadanos activos y responsables tiene fundamentos muy sólidos. A diferencia de otros países, en España durante 35 años solo se han convocado tres referéndums, el de aprobación de la Constitución de 1978, el de la OTAN y el referéndum sobre la Constitución Europea.
Cercana en el tiempo queda la negativa del PSOE y PP a convocar un referéndum para la reforma del artículo 135 de la CE. A pesar de la gran incidencia que esta decisión se sabía tendría y ha tenido en las condiciones de vida de la ciudadanía.
Y cercana queda también la votación del 8 de abril de este año, por el que la mayoría del Congreso de los diputados voto en contra de la propuesta del Parlament de Catalunya para la convocatoria pactada de un referéndum consultivo sobre la forma de Estado y la relación de Catalunya con el Estado Español.
Lo que en el momento de la transición de la dictadura a la democracia se presentaron como regulaciones que pretendían garantizar la estabilidad social e institucional para facilitar la viabilidad de una frágil democracia, con el tiempo se ha ido convirtiendo en un miedo patológico al debate y a la participación de la ciudadanía. Es ese inmovilismo que se expresa también en la figura del bipartidismo “turnista”, uno de los factores que más está contribuyendo al deterioro de la propia democracia.
Sería un grave error democrático no aprovechar esta ocasión, que nos brinda el anuncio de su voluntad de abdicar por parte del Rey Juan Carlos, para proceder a un reforzamiento del sistema democrático, dándole la palabra a la ciudadanía para que en condiciones de normalidad pueda decidir cuál es la forma de Estado que considera más idónea.
Artículo 1. Abdicación de S. M. el Rey Don Juan Carlos I de Borbón.
1. S. M. el Rey Don Juan Carlos I de Borbón abdica la Corona de España.
2. La abdicación será efectiva en el momento de entrada en vigor de la presente ley orgánica.
Artículo 2. Referéndum.

Las Cortes Generales autorizan para que, en el plazo de tres meses desde la entrada en vigor de esta Ley, se convoque la celebración de un referéndum consultivo sobre la forma política del Estado con la disyuntiva monarquía o república, conforme a lo dispuesto en el art. 92 de la Constitución.

Artículo 3. Proceso Constituyente.
En el supuesto de que el resultado del referéndum previsto en los artículos anteriores fuera favorable al cambio en la forma política del Estado, se procederá, en el plazo de tres meses, al inicio de una reforma constitucional conforme a lo dispuesto en el art. 168 de la Constitución y, en su caso, la apertura de un proceso constituyente.
Disposición final única. Entrada en vigor.
La presente ley entrará en vigor en el momento de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

IU elegirá a sus candidatos por primarias abiertas y promete una revolución interna.

  • Cayo Lara reconoce que los métodos en la federación "deben cambiar de abajo arriba y también de arriba abajo", para actuar con "audacia" y elaborar un discurso "más fresco, emocional y diverso"
  • IU propone que se convoque un referéndum sobre la monarquía en tres meses para, si gana la república, abrir un proceso constituyente
  • La federación hace un llamamiento a las fuerzas de izquierda para construir un bloque "que consiga la mayoría" en las generales de 2015

Cayo Lara y su equipo habían puesto todo el celo del mundo en evitar que se filtrase a los medios de comunicación el informe político que este sábado iba a llevar a la Presidencia Ejecutiva Federal, el órgano intermedio de poder de Izquierda Unida, que componen una setentena de dirigentes. El coordinador siempre refunfuñaba porque consideraba que sus compañeros tenían que estar antes al tanto. Esta vez, lo consiguió. Y era importante, porque el documento que había escrito con sus colaboradores para hoy no era de trámite, como en otras ocasiones anteriores, sino que contenía una bomba en su interior: la promesa firme de acelerar una revolución interna, de cambiar los métodos "de abajo arriba y también de arriba abajo", de responder a la coyuntura (y a los resultados de las europeas del 25-M) con "audacia" de una vez por todas, de acelerar el paso. Y uno de esos cambios nucleares, a los quesiempre había sido más reticente la cúpula federal, es este: la elección de las cabeceras de lista de IU por primarias abiertas a simpatizantes. Lara, al solemnizar el anuncio ante el órgano ejecutivo, abrió la puerta a una transformación cultural clave en la federación. Forzada, también, por la presión exterior, sobre todo por la competencia de Podemos

Junto a este anuncio de calado en clave interna, Lara se había guardado otro más hacia fuera: la enmienda de totalidad que Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) presentará a la Ley de Abdicación, con la que persigue que en tres deses desde la renuncia de Juan Carlos se convoque un referéndum sobre monarquía o república

En los últimos días, tras las elecciones del 25 de mayo, muchos dirigentes, de distintas familias, ya analizaban que la llegada de las primarias abiertas era "imparable", que IU no podía seguir funcionando de forma tan lenta, anquilosada, por mucho que el discurso fuera sólido. El miércoles pasado, Lara vio, en la reunión con los coordinadores territoriales, cómo esa necesidad de profundización democrática era percibida por todos. Ya ese día, la dirección federal admitió que sí, que el debate estaba abierto y que aceptaba el reto, que adoptaría las primarias abiertas, tal y como adelantó infoLibre. Y así ha sido. 

"Funcionamiento convencional, espeso, poco ágil"

Lara, al llegar a la parte de su informe donde abordaba la "necesaria autocrítica" tras el 25-M, se detuvo. Quiso leer el papel en su textualidad, sin introducir ninguna modificación –como sí hace habitualmente, y como sí hizo con el resto del documento–, para no hacer "ninguna interpretación de lo escrito", para conferirle al anuncio la mayor trascendencia.

Lo que enunció fue un pasaje repleto de autocrítica, en el que subrayó cómo pese al aumento de IU en las europeas (triplicó sus resultados de 2009), no logró "convertir en apoyo explícito" a IU "el voto descontento con el bipartidismo", parte del cual emigró a una formación nueva, Podemos. "Algunos de nuestros métodos deben cambiar, de abajo arriba, y también de arriba abajo. Tenemos que ser claros y concretos en las propuestas y, sobre todo, ser coherentes", que se corresponda lo que se propone "verbalmente" a lo que luego se hace en la "práctica". La clave, a su juicio, es poner "más aún" a IU "en sintonía con lo que demanda la gente". 

IU, dijo, sí ha sido percibida como una formación con un programa y un proyecto distinto al de PSOE y PP, pero a la vez ha sido vista "con unfuncionamiento muy convencional, espeso, disgregado y, en ocasiones, poco ágil para la lucha social, con una tendencia al cantonalismo que dificulta la acción política y nos limita la capacidad de intervención social. Las dificultades de avanzar política y electoralmente sin visibilidad mediática nos lastran, y en la sociedad actual es absolutamente necesario abordarlo con urgencia". El coordinador reconocía así el proceder a veces lento de IU debido a la toma de decisiones colectiva, y también la falta de una práctica común porque cada federación es un mundo –eso que eufemísticamente llamó "tendencia al cantonalismo"–. Lara asumió igualmente el desastre de la confección de la lista europea, que se decidió por una componenda interna y se dejó muchos jirones internos. "Las diferencias generadas en la elaboración de la candidatura" la retrasaron en la preparación de la campaña y la situó como "blanco de críticas" de sus adversarios. Especialmente, Podemos. 

Formato inédito en IU

La dirección cree que la receta es girar "hacia la calle", conectar más con la ciudadanía, "profundizar en la participación y una democracia de mayor calidad en lo interno, así como una renovación profunda de formas y métodos" de relación con la gente. También recalca que le hace falta un discurso "más fresco, emocional y diverso". "La actual situación política necesita de nosotros audacia para avanzar en el desarrollo de IU". 

Lara pasó a enumerar después los deberes que se impone IU para las próximas semanas, de forma rápida. Entre ellos, la "elección de los cabeceras de lista por primarias abiertas a simpatizantes". El coordinador aludió al ejemplo de Izquierda Unida Los Verdes-Convocatoria por Andalucía (IULV-CA), la federación más grande y la más influyente, que tiene ese proceso en marcha y para el que se postula, de momento, un único candidato: su líder, Antonio Maíllo. La apuesta de IULV-CA ha decantado finalmente la balanza y ha convencido a Olimpo, la sede federal, de que tenía que seguir ese mismo camino. De implantarse, será la primera vez que IU ensaya esta fórmula. En susestatutos contempla la posibilidad de primarias, pero sólo entre militantes, y ese fue el formato por el que Gaspar Llamazares se hizo con la candidatura presidencial en 2007 frente a la valenciana Marga Sanz. Ahora da un paso más allá y explorará las primarias abiertas, las mismas que ya ha acordado el PSOE y cuya fecha inicial de celebración, el próximo noviembre, está en duda por el proceso congresual que tiene por delante para sustituir en la Secretaría General a Alfredo Pérez Rubalcaba. 

Lo que todavía no existe es un reglamento de esas primarias. Se encargará de ello la Comisión de Organización y Finanzas, que pilota el jefe del aparato y hombre fuerte de IU, Miguel Reneses. Lo previsible es que haya un borrador para finales de mes, cuando se reúna el Consejo Político Federal, el máximo órgano de dirección. La previsión de la cúpula es que esas primarias para la candidatura a la Moncloa se celebren antes de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015.

Reforzamiento de la dirección federal

Lara también propuso fortalecer las federaciones blancas –en las que tiene menos peso institucional y de militancia–, mejorar la participación de los afiliados, comenzar a trabajar ya en las locales de 2015 y tener un borrador de programa en septiembre, realizar unas jornadas sobre comunicación para vender mejor su mensaje... Y planteó asimismoreforzar la dirección para hacerla más ágil en la toma de decisiones. Para ello, dentro de la Comisión Ejecutiva Federal, que integran unos 40 dirigentes, se creará una Comisión Permanente, que se reunirá con mayor frecuencia (cada semana) y que acogerá a todas las familias presentes en IU. El coordinador animó a los suyos a "abrir un periodo de reflexión y debate ágil y rápido en las federaciones" y en las agrupaciones que permitan "mejorar el funcionamiento" de IU. 

La otra pata del informe político basculó sobre la marcha del rey y el anuncio de la enmienda de totalidad de Izquierda Plural [consúltala aquí en PDF]. La federación añade dos artículos al único precepto redactado por el Gobierno. En el primero, apunta que las Cortes Generales "autorizan para que, en el plazo de tres meses" desde la entrada en vigor de la Ley de Abdicación, "se convoque la celebración de un referéndum consultivo sobre la forma política del Estado con la disyuntiva monarquía o república", conforme al artículo 92 de la Constitución

En el segundo, si el plebiscito lo gana la república, asegura que se procedería, "en el plazo de tres meses, al inicio de una reforma constitucional" y a la apertura, en su caso, de un proceso constituyente". La federación quiere avanzar hacia una república federal, solidaria, plurinacional y laica, "que recupere la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la exigibilidad de derechos sociales como el trabajo, la vivienda, la salud, la educación y la cultura, la igualdad y la dignidad". 

El rey, "un ciudadano más", sin fuero

Lara comentó, durante su intervención en abierto, que la abdicación del rey Juan Carlos en su hijo, el próximo Felipe VI, ha sido "probablemente improvisada", como lo prueba que PSOE y PP "hayan corrido para legislar y blindar el aforamiento" del monarca, algo que, no obstante, no se llevará a término hasta después de que se culmine la proclamación del nuevo jefe del Estado. El coordinador aprovechó para subrayar que IU sólo defiende el fuero "en lo que tiene que ver con el trabajo en las instituciones", no para las actividades delictivas que se cometan fuera del cargo. Por tanto, Juan Carlos, cuando se convierta "en exrey" debe ser "un ciudadano más" y tener el mismo tratamiento legal.

Para IU, en cualquier caso, la Transición "está acabada" y rechaza la "restauración" que, a su juicio, intentan imponer "los mismos intereses" –"monarquía, bipartidismo y poder económico"–. Por eso quiere referéndum, para que los españoles decidan, porque "es difícil que pueda haber un asunto de más envergadura que este", la forma política del Estado. No obstante, es "más que probable" que el 90% del Congreso vote contra el referéndum, lo que 
significará que "el 90% de los representantes de los ciudadanos está en contra de que el pueblo pueda decidir en un tema tan importante".

La federación participará esta tarde en las manifestaciones republicanas, en la estatal en Madrid y en las que se celebrarán en distintas ciudades. Es la impulsora del manifiesto por el referéndum que suscriben otras nueve fuerzas –Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), Chunta Aragonesista, Equo, Compromís, Confederación de Los Verdes, Alternativa Socialista, Izquierda Anticapitalista, Batzarre y Espazo Ecosocialista– y entre las que no está Podemos. 

Unidad, pero no a través de formatos "clásicos"

La tercera pata de la intervención de Lara nucleó en torno alllamamiento a la confluencia de la izquierda, que se daba ya por descontado. El coordinador se dirigió a quienes reclaman "situar la salida social a la crisis poniendo la economía al servicio de las personas", para que entre todos busquen "puntos de encuentro en lo político y lo social" y avanzar hacia la construcción de un Bloque Social y Político, eterna aspiración de IU. El escrito no hace una referencia explícita a Podemos.

"Hacemos un llamamiento para construir, desde la idiosincrasia de cada fuerza, un bloque que consiga la mayoría en las elecciones generales de 2015, y que permita poner en marcha el proceso constituyente que reclamamos". IU, no obstante, advierte de que esa confluencia no ha de materializarse a través de "fórmulas clásicas de unificación o uniformidad, sino por aquellas que estén basadas en la convergencia en el trabajo social y de cooperación en luchas concretas".
"Es el tiempo de confluir, de sumar, de construir con la gente un nuevo proyecto de convivencia, para un nuevo Estado y una nueva sociedad basada en la igualdad, la justicia, la fraternidad y el trabajo", remacha el manifiesto. 

Fuente (contiene enmienda abdicación rey): infolibre.es

jueves, 5 de junio de 2014

Luis García Montero: "Un tiempo republicano".

No se trata de una hora, sino de un tiempo republicano. Hay posibilidad de hacer las cosas bien. Podemos darnos tiempo y, además, tenemos derecho a reírnos de lo que está pasando.
Yo no soy muy optimista. La realidad me ha enseñado a mantener mis ideas en las convicciones más que en las esperanzas. No necesito el optimismo para responder a mi conciencia. Pero si puedo divertirme, lo agradezco. La risa no viene mal nunca, sobre todo cuando se han soportado años de tristeza. Venimos no sólo de un tiempo pesimista, sino de unos años tristes.
Ahora podemos reírnos. Los viejos padres de la patria salen defendiendo al rey con unos argumentos que provocan la carcajada. ¡Que viejos están y qué espesos! Es todo un lujo oír ahora a Felipe González. No es ya un cínico, sino un cínico ridículo. He tenido la satisfacción de oírlo defender la importancia y la talla del rey Juan Carlos con argumentos patéticos. No sólo le debemos la democracia española, sino que en una cena privada con él, Gorbachov y Bush consiguió solucionar la Guerra Fría y encauzó el fin del imperio soviético. La abdicación del rey Juan Carlos ha tenido la virtud de desnudar el servilismo ridículo y bufonero de sus validos.
Está bien reírse. Las voces del sistema se han prestado a representar un ridículo colectivo en su vejez. Se han destapado de declaración en declaración, de entrevista en entrevista. Eso ya no nos lo quita nadie. Hemos asistidos al circo payaso de los republicanos que se declaran devotos del rey, de los socialistas que se presentan como monárquicos y de los demócratas que tiene miedo de la voz de los ciudadanos. ¡Vaya tropa! Dicen ahora que la disputa no se da entre Monarquía y República, sino entre tiranía y democracia, e inmediatamente después se niegan a oír la voz del pueblo en las urnas. Después de repetir una y otra vez que habían apoyado a la Monarquía por miedo al golpismo, ahora la defienden por temor a los votos de la ciudadanía.
La devoción monárquica de los medios servilones del Régimen merece una carcajada. Pero es conveniente que la carcajada no nos cierre los ojos. Hay algunas cosas que un demócrata no debe olvidar en esta situación:
1º. No es verdad que la discusión coyuntural sobre la Monarquía quede al margen de los problemas importantes de España: el paro, la sanidad pública, la educación, los desahucios. La Monarquía no es sólo una forma de Estado, es la forma de Estado que en la historia particular de la España posterior al franquismo ha permitido la pervivencia de sus élites económicas. La Monarquía devora aquí el espacio público y los derechos sociales, y utiliza la crisis económica para cancelar las conquistas públicas. La Monarquía señala hoy la frontera entre el neoliberalismo descarnado y la dignidad social.
2º. La abdicación del rey tiene que ver con el miedo del IBEX-35 al desplazamiento del voto democrático español. Los dos partidos mayoritarios pueden perder la mayoría parlamentaria que ha trabajado a favor de los bancos y de sus leyes oscuras. Mucha gente sabe ahora que ha sido condenada a la pobreza por medidas de una política injusta. Los resultados de las elecciones europeas han puesto nerviosos a los poderes que han intentado privatizar la política en favor de las mafias económicas.
3º. A la monarquía y al IBEX-35 le ha incomodado la idea de que Rubalcaba y la cúpula del PSOE pierdan el control de su partido. El servilismo del aparato ya no es un seguro de control. Hay una militancia muy digna y unos votantes muy enfadados que están hasta las narices de tanta indecencia. Y la verdad es que es insoportable ver cómo los dirigentes manchan la palabra socialismo para llenarla de miseria a los pies de un trono o de un banco. La democracia española necesita apoyar a los candidatos de las primarias del PSOE que no confunden su republicanismo con la obediencia a un rey. ¿Qué se puede esperar de alguien que traiciona sus principios con ese descaro?
4º. Un poco de paciencia y de estrategia política. La mejor manera de defender una ilusión republicana en España, es decir, un alternativa antineoliberal, es ponerse a trabajar con paciencia en un frente amplio, una convergencia política que sea capaz de llevar la rebeldía, la indignación y la protesta de la gente al Parlamento. La unidad de la izquierda es ahora mucho más importante que la exigencia de un referéndum. Frente a los que se empeñan en utilizar la Constitución como un argumento para cerrar los debates democráticos, la unidad de la izquierda es la respuesta más eficaz.
Los fascistas que hablan en nombre de la Constitución son tan ridículos como los republicanos que adoran al rey. Yo no sé qué pasará, pero la carcajada ya no me la quita nadie. Todos los viejos idiotas, todos los servilones, todos los óxidos y los  musgos se han lanzado esta semana a los micrófonos para dejar claro en los medios de comunicación su vasallaje voluntario. ¡Cuánto ridículo!
5º. No debemos cegarnos por la hora, porque es mejor el porvenir. La unidad republicana para el porvenir es más interesante que los gritos de hoy.
Fuente: publico.es

Vicenç Navarro: "Lo que no se dice sobre la abdicación del rey".

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas
y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
La abdicación del Monarca, designando a su hijo Felipe como su sucesor en la posición de Jefe del Estado, ha generado toda una serie de eventos predecibles. Entre ellos, el más llamativo e importante es la respuesta unánime del establishment español, definiendo como tal al entrelazado de poderes que dominan los sectores financieros y económicos del país, los políticos que gobiernan el Estado, y los ideológicos y mediáticos que promueven los valores que lo sustentan, desde la Iglesia a los medios de información y persuasión. Este establishment se ha movilizado en bloque para expresar su agradecimiento al Monarca por habernos traído la democracia, tras una Transición que definen como modélica, añadiendo un elogio, igualmente unánime, hacia el que será nuevo Rey de España, Felipe VI, al que consideran como una figura perfecta para tutelar los cambios que consideran necesarios para asegurar la permanencia de este establishment en el poder. Contradiciendo la narrativa de su discurso oficial -según la cual el Rey es una mera figura simbólica-, esta estructura de poder pide al nuevo Rey que dirija los nuevos cambios que el país (es decir, sus intereses particulares) necesita, tal como hizo el que hoy abdica durante la Transición. La gran portada del principal rotativo de España, El País, así lo exigía, en su titular “El Rey abdica para impulsar las reformas que pide el país”, añadiendo, por si alguien no lo interpretaba bien, que el Príncipe de Asturias tiene la madurez necesaria para asumir esa responsabilidad. El País, hoy dirigido por una persona claramente de derechas (ver mi artículo “El sesgo profundamente derechista de Antonio Caño, el nuevo director de El País”, Público, 24.02.14), habla cada vez más claro y transparente en nombre de este establishment. Que conste, pues, que tal establishment nunca vio al Rey como una mera figura simbólica, sino como un garante de su poder.
La predecible unanimidad
Reflejando la inexistente diversidad ideológica de los grandes medios de información españoles, su respuesta a la abdicación ha sido unánime, variando solo en el grado de vasallaje que han expresado en su admiración hacia el Monarca y su entusiasmo hacia su heredero. Este comportamiento señala, una vez más, la enorme distancia existente en España entre el establishment (incluyendo el mediático) y la población. Según la última encuesta del CIS (abril de este año), la Monarquía es una de las instituciones menos populares existentes en España. En una escala de 0 a 10, la valoración es de 3,7. Es interesante subrayar que esta baja valoración existe a pesar del apoyo prácticamente unánime de los mayores medios de difusión a la Monarquía. Esta distancia aparecerá también de una manera clara en la votación de las Cortes españolas, donde nada menos que el 90% de los parlamentarios votará a favor de la transferencia de poderes del Rey Juan Carlos a Felipe. Lo que las encuestas señalan es que el porcentaje de la población que favorece la continuidad de la Monarquía es mucho menor que ese porcentaje, siendo incluso muy minoritario entre la juventud. Ello es un indicador más, de los muchos ya existentes, de la enorme distancia entre las Cortes españolas y el sentir de la mayoría de la ciudadanía en este país, incluyendo la juventud.
El porqué del deterioro del apoyo popular a la Monarquía
Muchas han sido las causas de este deterioro, que ha sido gradual, aunque se ha acentuado más a medida que el establishment español y su Estado también han ido perdiendo apoyo (e incluso legitimidad, en la medida en que muchas de las políticas públicas impuestas por el Estado a la población carecen de mandato popular, tales como los recortes) entre la ciudadanía. El conocido eslogan del movimiento 15M “no nos representan” es ampliamente percibido como acertado por la gran mayoría de la ciudadanía española. La Monarquía está perdiendo popularidad, pues, a la vez que todas las instituciones del establishment español, el cual es plenamente consciente de esta situación y está sumamente preocupado. Nunca antes se había dado, durante el periodo postdictatorial, una agitación social y política que expresara un descontento generalizado tan profundo. Y hace solo unas semanas hubo en Madrid una de las mayores protestas que esta ciudad haya visto (según observadores extranjeros, creíbles en sus reportajes, la multitud estaba entre un millón y medio y dos millones de personas), con población venida de toda España, para manifestarse contra las políticas que está imponiendo el Estado, que carecen de mandato popular y que cuestionan su legitimidad. Y no pasó desapercibido para este establishment que la bandera más enarbolada en dicha manifestación fuera la bandera republicana, que se ha convertido en el símbolo de la España que se desea como alternativa a la existente.
¿Por qué ahora la abdicación?
La abdicación es un intento de revertir el descenso de la popularidad de la Monarquía y, con ella, del establishment español. Refleja su enorme preocupación sobre la viabilidad del sistema político establecido durante la Transición inmodélica, realizada bajo el enorme dominio de las fuerzas conservadoras, que controlaban y continúan controlando el Estado. Ello explica la recurrente apelación a la Constitución española, denominada la Carta Magna (que esas fuerzas dominaron y tutelaron en su desarrollo), como fuente de cualquier legitimidad, presentándola como un documento pactado entre los sucesores de los que ganaron la Guerra Civil (que tenían todo el poder) y los que la perdieron (que acababan de salir de la clandestinidad), y que sería interpretada, en última instancia, por el Tribunal Constitucional, dominado por las fuerzas conservadoras. De ahí la constante referencia a la Constitución como marco que define lo que es o no aceptable por dicho establishment.
Además de la concienciación, por parte del establishment español, de la necesidad de intentar recuperar la popularidad de la Monarquía (y, por tanto, del establishment) mediante la abdicación del Rey, había y hay una sensación de urgencia, de que tenía que ocurrir pronto. Y un factor que explica esta sensación de urgencia fue el conocimiento de que el bipartidismo, que ha jugado un papel clave en la estabilidad del sistema político, se está resquebrajando, y ello a pesar de que la ley electoral (escasamente proporcional, y que facilita tal bipartidismo) continua vigente. El resultado de lo que ocurrió en las elecciones al Parlamento Europeo era predecible. Ello implicaba que algo debía hacerse, y pronto, pues una alianza de los partidos a la izquierda del PSOE y una posible rebelión de las bases de ese partido contra sus élites gobernantes podrían imposibilitar el consenso institucional existente en las Cortes y dificultar un cambio en la persona que ocupará la posición de Jefe del Estado. De ahí la urgencia de que se hiciera lo más pronto posible. Es más, el establishment es plenamente consciente de que cualquier alargamiento del proceso de transición de Juan Carlos I a Felipe VI podría dar pie a una movilización popular que cuestionase el hecho de que al pueblo español nunca se le haya dado la posibilidad de votar específicamente sobre la bondad de estar gobernados por un sistema monárquico o por uno republicano. La voluntad expresada en el referéndum sobre la Constitución incluía muchas otras dimensiones, además de este elemento, en un momento en el que las alternativas eran la continuación de la dictadura o el establecimiento de una democracia muy incompleta, regida por un Estado muy poco representativo y con una escasísima dimensión social, consecuencia de que el pacto que condujo al establecimiento de ese nuevo sistema político estuviera basado en un enorme desequilibrio de fuerzas.
La petición democrática
El claro hartazgo de la mayoría de la ciudadanía española hacia las instituciones democráticas, reflejadas en el Estado español, se basa no en una oposición a la democracia (maliciosamente definida la oposición a tal Estado como movilizaciones antisistema), sino en la enorme tergiversación de la democracia llevada a cabo por parte de la clase política y funcionarial que controla y gobierna dicho Estado. Es un hartazgo que exige mayor, no menor, democracia, rompiendo con las estructuras, prácticas e ideologías heredadas de la dictadura y que se perpetuaron en el Estado postdictatorial, resultado de una Transición inmodélica por lo enormemente desequilibrada que fue. En contra de la enorme idealización que se ha hecho de la Transición (a la cual ha contribuido el mundo académico y mediático), tal proceso no significó una ruptura con el régimen anterior. Todo lo contrario, fue la incorporación dentro del Estado de elementos democráticos de carácter representativo (muy limitados por una ley electoral escasamente proporcional, favorable a las fuerzas conservadoras, que fomentaba el bipartidismo) bajo el dominio de los herederos del régimen dictatorial. Pero no hubo ningún tipo de ruptura o purga, estableciéndose una clara continuidad del establishment español, liderado por el Monarca.
Una pieza clave en su perpetuación fue el aparato dirigente del PSOE que, al beneficiarse del bipartidismo, pasó a ser uno de sus máximos defensores. Hay que subrayar que el sistema electoral les benefició como partido (aunque menos que al Partido Popular), pero no como proyecto, pues las estructuras de poder financiero y económico que han dominado el aparato del Estado durante este periodo democrático han dificultado el desarrollo del proyecto socialista. Es cierto que el enorme déficit social heredado de la dictadura disminuyó (aunque no desapareció) durante los mandatos del PSOE. Pero este no tuvo la suficiente fuerza o la necesaria vocación transformadora para cambiar sustancialmente aquella enorme influencia del poder financiero y económico, que configura en España lo que es “posible” o “razonable”. El gasto público social por habitante en España continúa estando entre los más bajos de la Unión Europea de los Quince.
Hoy, la población española está harta y enfadada con este Estado y con la casta política que lo ha estado gobernando. Las encuestas así lo muestran, un hastío y rechazo que es mayoritario entre la juventud. La esperanza de aquel establishment es que un Rey joven pueda ayudar a diluir tal enfado y rechazo. En una respuesta desesperada, acompañada, por cierto, con un aumento muy notable de la represión por parte del Estado.
Frente a esta situación, las fuerzas auténticamente democráticas deberían movilizarse para exigir una ruptura con aquel Estado, que significó la continuación de muchos de los aparatos y personajes del Estado dictatorial, y el establecimiento de una democracia real que tenga elementos representativos basados en un sistema auténticamente proporcional (que garantice la misma capacidad de decisión en la gobernanza del país a cada ciudadano) y elementos de democracia directa, es decir, que los ciudadanos tengan el poder de decidir a través de referéndums vinculantes a todos los niveles del Estado temas como, entre otros, el de tener una Monarquía o una República. Ni que decir tiene que el establishment se opondrá a muerte a estos cambios. Este establishment es una continuación directa del que realizó el golpe militar en 1936. Pero si las fuerzas democráticas se unieran en este propósito, poniendo las necesidades de la ciudadanía por encima de sus intereses partidistas, con una amplia coalición de movimientos sociales (desde sindicatos a asociaciones de vecinos, entre otros muchos) y partidos políticos auténticamente contestatarios, comprometidos con la democracia y defensores de la soberanía de los distintos pueblos y naciones de España frente a los falsamente “patriotas” que dócilmente han servido a los intereses extranjeros, podrían movilizar a la mayoría de la población frente a una minoría que gobierna y que no tiene hoy legitimidad para hacerlo.
Fuente: publico.es

miércoles, 4 de junio de 2014

Cayo Lara en "Espejo Público": "Hablé con el rey y ya sabía que pediríamos referéndum".


La Junta Estatal Republicana convoca manifestación unitaria por la 3ª República y hacia un proceso constituyente ante el anuncio de abdicación del rey.


La Junta Estatal Republicana (JER), que agrupa a más de 50 organizaciones políticas, sociales y culturales de nuestro país, considera que en el siglo XXI no tiene ningún sentido mantener una institución obsoleta y antidemocrática como la monarquía, que no puede heredarse como se hereda una finca o un patrimonio familiar. La soberanía nacional es del pueblo y no de ninguna familia.

La JER, desde su fundación en 2012 trabaja para la confluencia del movimiento republicano y para el impulso de un proceso constituyente republicano en nuestro país. Reclamamos y exigimos en este momento el inicio de un PROCESO CONSTITUYENTE REPUBLICANO en nuestro país, donde se devuelva el poder de decidir sobre la forma de estado a los ciudadanos, puesto que el 75% de los ciudadanos de hoy no votaron la constitución de 1978, una constitución que consideramos hoy absolutamente vacía de contenido pues en sus principios sociales y de derechos ciudadanos no se cumple. Los ciudadanos deben obtener por fin su mayoría de edad y España incorporarse por fin a su madurez política y contemporánea. 

Ante esta crisis de régimen, que ha sufrido un fortísimo castigo electoral en las pasadas elecciones europeas, la Junta Estatal Republicana hace un llamamiento a todos los ciudadanos y ciudadanas, republicanos y republicanas, fuerzas políticas, sociales, sindicales, ateneos, asociaciones de vecinos y de toda índole a que se manifiesten pacíficamente el próximo sábado 7 de junio a las 19:00 horas de Cibeles a Sol, para exigir la ruptura democrática a través de un proceso constituyente que nos traiga la III Republica, y una nueva Constitución que de verdad garantice Equidad y Justicia Social y desarrolle los derechos sociales de los ciudadanos. La Constitución actual está vacía de contenido.

La JER considera que los motivos de esta abdicación no son los que se nos han contado, y los reales tienen que ver con un rechazo general de la opinión pública hacia el jefe del estado, por un evidente desprestigio y desgaste de la monarquía como consecuencia de la corrupción de miembros de la propia casa real, y con el hundimiento del bipartidismo político en las últimas elecciones generales, donde los partidos que sustentan el sistema neoliberal monárquico sufrieron la pérdida de confianza de cinco millones de españoles. 

¡Salud y República! ¡ESPAÑA MAÑANA SERÁ REPUBLICANA!

JUNTA ESTATAL REPUBLICANA (JER).


Fuente: mundoobrero.es

El Senador Jesús Iglesias calla a Soraya: "La monarquía forma parte de una hipoteca del pasado. ¡Viva la República!"


Ramón Trujillo: "Un país sin reyes".

Ramón Trujillo. Coordinador IU Canaria
La abdicación del rey Juan Carlos debe cerrar el ciclo de turnismo bipartidista coronado por un Borbón. Si antaño fue el ruido de sables el pretexto para que el pueblo no eligiera entre monarquía y república, hoy ya no hay pretextos para seguir con una democracia incompleta. Hoy tenemos que revisar nuestro pasado reciente y rechazar que la Jefatura del Estado se herede como una finca. Además, se trata de una herencia que conlleva, por una parte, ese machismo casposo que da prioridad al varón sobre la mujer y, por otra, ese anacronismo al cuadrado que constituye la impunidad legal de que goza el monarca.
La leyenda rosa de la Transición nos muestra a Juan Carlos de Borbón como tutor de la minoría de edad del pueblo español: hubo una vez un astuto rey que engañó a un decrépito dictador y se apoderó de las siete llaves para abrir el cofre de las libertades. Se hizo servir por un hábil, ambicioso y joven primer ministro y juntos llevaron la nave a Puerto Democracia.
Me admira cómo seguimos confundiendo a quienes fijaron los límites del cambio democrático con quienes impulsaron tal cambio. En junio de 1977, el rey escribió al sha de Persia que "cuarenta años de un régimen totalmente personal le han hecho mucho bien al país, pero al mismo tiempo han dejado a España sin estructuras políticas" y ello es "un grave riesgo para la consolidación de la monarquía". Juan Carlos de Borbón pide al jefe del Estado iraní 10 millones de dólares para fortalecer a Adolfo Suárez y la monarquía. El rey sabía que su papel en la Transición era garantizar que los poderes fácticos no fueran descabalgados por la presión popular. Como le dijo a José Luis de Vilallonga: "no quería a ningún precio que los vencedores de la guerra civil fueran los vencidos de la democracia".
Joan Garcés, en su magistral "Soberanos e intervenidos", nos ha mostrado cómo el Estado de excepción es la norma en el caso español. En 1959, un documento del Ejército de Estados Unidos indicaba que "antes de que Franco deje de mandar deben hacerse preparativos para asegurar que España continúa bajo un gobierno fuertemente prooccidental". Ocho años más tarde, el general Salgado-Araujo, secretario personal de Franco, escribía que el dictador estaba al tanto de las acciones de la CIA para que España "tolere primero, y legalice después, la acción de dos partidos", prefigurando así la amnesia bipartidista en que debía culminar la futura democracia incompleta.
El presidente estadounidense Richard Nixon envió un mensajero al dictador, en marzo de 1971, expresándole su interés por la sucesión monárquica. En 1975, el secretario de Estado, Henry Kissinger, remitiría al embajador estadounidense en Madrid un documento que afirmaba que la Transición "ha de estar en manos de gente esencialmente conservadora" y que, añadía, Washington actuaría "contra cualquier intento que presione por un cambio más rápido, lo cual podría forzar el proceso más allá de los límites reales".
A la ciudadanía española se le hurtaría la posibilidad de elegir la forma de Estado -monarquía o república-, se financiaría desde Alemania a las grandes fuerzas políticas -que serían mucho más visibles gracias a esa financiación-, se redactaría una ley electoral que "corregiría" el voto para asentar el bipartidismo y habría una Constitución única en Europa por su atribución al Ejército de la defensa "del orden constitucional". Desde arriba y desde fuera, se presionó para limitar la democratización exigida desde abajo y desde dentro.
Nicolás Sartorius y Alberto Sabio escriben en "El final de la dictadura" que, "si bien el dictador Franco murió en la cama, su dictadura murió en la calle". En 1976, hubo 34.467 huelgas en España que movilizaron a millones de personas en pos de derechos laborales, sociales, económicos y democráticos. Miles y miles de personas corrieron riesgos, más o menos graves, y sufrieron diversos grados de represión para traer libertad a España. Algunas decenas de personas perdieron la vida en ese empeño durante la segunda mitad de los años setenta. La lucha de sindicatos, partidos políticos, organizaciones estudiantiles, asociaciones vecinales y un sinfín de colectivos determinó que España se encaminara hacia su democratización.
La monarquía, que fue impuesta por las potencias que tutelaron la Transición española, ayudó a imponer reformas desde la cúspide de la pirámide social y negó el referéndum democrático sobre la forma de Estado. La monarquía ha sido una pieza clave del sistema bipartidista de democracia limitada, con restricciones al pluralismo en las leyes electorales y en los medios de comunicación, que ha servido para mantener el atraso relativo en desarrollo social con los países del entorno y, a la vez, ha permitido graves desigualdades. El bipartidismo y su leyenda rosa de la Transición han llevado a cabo cesiones de soberanía a la Unión Europea que hoy nos han atrapado en el callejón sin salida del turnismo bipartidista borbónico y sus recortes.
El proceso deconstituyente que el bipartidismo borbónico ha llevado a cabo, al derogar de facto la parte social del pacto constitucional, no tiene vuelta atrás: nos llevan hacia un país con más renta por persona que antes de la crisis, pero con menos derechos laborales, peores pensiones, deterioro generalizado de lo público y peor calidad de vida. Ha llegado el momento de exigir un referéndum sobre la forma de Estado y abrir el camino para un nuevo proyecto de país inclusivo, completamente democrático y con derechos sociales plenamente garantizados. Ese país será un país sin reyes ni príncipes.
Fuente: eldia.es

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Alberto Garzón: "Pedimos el Referéndum porque queremos debatir"