sábado, 18 de enero de 2014

La Izquierda Plural. Balance Semanal en Diputación Permanente y Comisiones.

"Aumenta el desprestigio de Hacienda, que puede aparecer como presunta encubridora de delito fiscal"


"La nueva ley del aborto atenta contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad" 


Exigiendo respuestas ante la subida de la luz.


Que el ministro dé la cara por el carbón de Mequinenza


Alberto Garzón a De Guindos: "su optimismo me deja patidifuso"


Laia Ortiz y Chesús Yuste piden la dimisión del ministro Soria.


Diputación Permanente
Sesión nº 10
14/01/2014

viernes, 17 de enero de 2014

Joan Herrera: "Una oportunidad para la izquierda".

En este contexto, por qué no conectar los sentimientos para hacer de la petición catalana una oportunidad para cambiar muchas más cosas.

El Parlament ha aprobado una petición para convocar un referéndum, para discutirlo, para negociarlo. Esto es lo que el Parlament de Catalunya aprobó en el día de ayer. Una proposición de ley para que el Congreso acoja una demanda, la de poder convocar una consulta, compartida por una amplísima mayoría en Catalunya. Una propuesta que se ubica en el marco de la legalidad, de la Constitución, entendiendo ley y Constitución como un marco que permite solventar una reivindicación democrática.
Dicha demanda conecta con la exigencia de mayor democracia, y la posibilidad de convocar una consulta pretende dar salida a un 'ya basta' muy transversal. Este sentimiento existe por el agotamiento del modelo constitucional y estatutario. Es cierto que la sentencia del Constitucional en torno a la sentencia se vio y se vivió en Catalunya como la incapacidad de ir federalizando España por la vía del acuerdo. De hecho la sentencia fue consecuencia de una aznaridad que acabó por fosilizar la Constitución, por hacer inasumible una de las realidades más plurinacionales de toda Europa.
Pero reducir lo que pasa en Catalunya a eso es demasiado simple. La petición de la consulta conecta con el sentimiento transversal que con la España que nos gobierna no hay nada que hacer. Así, la independencia va ganando adeptos no solo entre los que la quieren por motivos identitarios sino entre aquellos que la ven como el mal menor para deshacerse del PP, conectando con la necesidad de independizarse del PP. Me lo resumía en una conversación uno de mis amigos: "Sin ser independentista, no descarto la independencia porque con el PP es imposible". Es cierto, CiU no es muy diferente en lo económico. Y digamos que su parentesco con la corrupción puede llegar a ser similar. Pero en lo democrático no aparecen ni mucho menos de la misma manera.
¿Es este un sentimiento exclusivo de la sociedad catalana? Ni mucho menos. En la sociedad española hay muestras de un absoluto cansancio en lo que se refiere a una de las culturas políticas más casposas –como hemos visto en la ley del aborto– sumada a la decepción por una socialdemocracia muy poco innovadora en términos democráticos, absolutamente timorata en el debate nacional, y absolutamente claudicante en lo que se refiere al debate económico.
Es un sentimiento que conecta con el rechazo a un fin de régimen que se expresa no sólo por la fractura territorial, sino por la profunda crisis económica, social y democrática; con una recuperación económica que pasa por los beneficios de determinadas empresas y no por la mejora de la calidad de vida; por un modelo empresarial que socializa pérdidas después de privatizar ganancias; por las pérdida de credibilidad en torno a la jefatura del Estado.
En este calamitoso contexto, da la sensación, que en el conjunto de la sociedad española no hay suficientes fuerzas como para protagonizar el cambio de régimen. Este sentimiento no conecta con una expresión de ruptura, quizás porque en la sociedad española no existe una correlación de fuerzas que permita este escenario de ruptura. Mientras, en Catalunya se pretende protagonizar una ruptura con España, que tiene como dificultad la misma idiosincrasia catalana, una sociedad muy mezclada, en la que no es tan fácil construir una amplia mayoría de ruptura.
Si así están las cosas, por qué no conectar los sentimientos para hacer de la petición catalana una oportunidad para cambiar muchas más cosas. En Catalunya la petición de la consulta se utiliza como una cortina de humo para tapar todas las miserias de una política que ha hecho de la sociedad catalana un campo de pruebas donde empezar a privatizar después de haber liderado los recortes.
También es verdad que el PP va a utilizar el debate para disimular la dureza de sus políticas. Incluso puede acabar pasando que, debate nacional mediante unos y otros, tapen sus miserias en torno a los múltiples casos de corrupción que les salpican. Pero la demanda catalana se puede utilizar para eso, pero no es eso, ni tan solo principalmente. Es la expresión de una voluntad de ruptura, que conecta con la independencia porque no hay otra ruptura al alcance.
Pues bien. Lo que va a pasar en los próximos meses en términos políticos es sobradamente conocido. Negativa del PP. Seguidismo del PSOE. Y si no hay nada más, el camino que se irá trazando, que durará años, y que se irá configurando (si no lo está haciendo ya) será el de sociedades cada vez más de espaldas. Una sociedad, la catalana, sin voluntad de cambiar nada en España. Otra sociedad, la española, cada vez dejando más de lado lo que viene de Catalunya.
Por eso creo que es hora de ponerle al debate un toque de imprevisibilidad. De entender que lo que viene de Catalunya no es sólo una proposición de ley para que se ceda la competencia para convocar una consulta. Es un instrumento para hacer que la ola que llega desde Catalunya sirva, con otras energías, para hacer un planteamiento de nueva etapa, de nueva época, de cambio de régimen.
La propuesta que hago es sencilla. Es hora de conectar, y no solo desde Catalunya sino desde el resto del Estado, la petición de consulta con una propuesta de cambio de régimen para el conjunto del Estado. Podría verse esta petición no sólo como una proposición de ley para convocar un referéndum, sino como la expresión democrática, desde la cual empezar a cambiar las cosas.
Sin lugar a dudas es difícil, pero creo humildemente que es el único camino. En Catalunya corremos el riesgo lampedusiano –deseado por CiU– de hacer ver que queremos cambiar todo para al final no cambiar nada. En España, el riesgo de que no cambie nada –aspiración de muchos– por el miedo a romperlo todo. Quizá sea hora de empezar a romper esquemas, y entender desde la izquierda que en vez de negar la petición, o de hacer ver que esta no es nuestra guerra, sea hora de recoger el guante y hacer de una reivindicación en torno a la consulta, una oportunidad para proponer cambiarlo todo.
Fuente: eldiario.es
La consulta catalana se podría debatir en el Congreso en marzo

miércoles, 15 de enero de 2014

Joan Josep Nuet: "Elecciones Europeas, ahora es el momento."

Las Elecciones Europeas del próximo 25 de mayo no son unas elecciones cualquiera. No me refiero solo a la importancia de los impactos de las políticas antisociales y de austeridad que despliegan las instituciones europeas, no me refiero solo al déficit democrático y a la opacidad que ostentan esas mismas instituciones y no me refiero solo al auge del racismo, la xenofobia y del fascismo que se apunta en algunos lugares como alternativa a la desesperación de la gente y a la falta de proyecto ciudadano hoy vendido al poder financiero.
Me refiero también a que son las primeras de un ciclo electoral que conectará con elecciones municipales y autonómicas, tal vez catalanas y finalmente elecciones generales en noviembre de 2015. En este ciclo realizaremos un verdadero balance de las políticas de la crisis y sus consecuencias y será determinante que mayorías políticas se crean para saber si la movilización de los últimos seis años se convierte en política alternativa o las derechas han ganado por mucho tiempo la partida y el sufrimiento suma y sigue.
Por ello soy un convencido de que a grandes males, grandes remedios y no nos podemos conformar con una gestión del calendario político-electoral conservadora, o sea, contentos de que la izquierda alternativa crezca si, pero ganar?, uy eso es muy difícil.
La gente necesita ganar para cambiar las políticas y a los políticos corruptos y recortadores, y por ello hay que crear espacios de participación y de Nueva Política que ambicionen un país nuevo que rompa democráticamente con la condena al sufrimiento a que nos aboca el bipartidismo, los recortes y la política tradicional.
Hay fuerzas políticas dispuestas a ello, yo milito en una de ellas, por eso es imprescindible el encuentro de ellas con los movimientos y actores no militantes en partidos, que han protagonizado también la movilización.
No hay que esperar, hay que hacerlo ahora ya en las Elecciones Europeas y golpear fuerte y claro desde el primer momento. Las dudas y los cálculos excesivamente interiorizados refuerzan al bipartidismo y la consigna de que “no hay alternativa” que sigue con una invitación a que nosotros también participemos en el reparto del pastel.
Hay diversas iniciativas políticas en el marco de la izquierda transformadora que apuntan en esa dirección, principios de ruptura con la troica, nuevos perfiles sociales que asumen más compromiso político y métodos participativos para la elección de candidatos y programas. El acuerdo entre nosotr@s, la generosidad y la suma es la única alternativa al desastre. Podemos devolver a la gente la esperanza.
Fuente: nuet.ca

lunes, 13 de enero de 2014

Alberto Garzón: Los deberes de la izquierda en las elecciones europeas.

Estamos inmersos en un proceso de transformación radical de las instituciones económicas y políticas, que podemos convenir en llamar Restauración Borbónica y que se caracteriza por tres rasgos: a) Sostenimiento de las políticas de la troika a través de la aplicación de una agenda reformista, destinada a constituir un modelo de crecimiento económico basado en la precarización de la condición salarial y el estrechamiento de lo público; b) Sustitución de la agenda política de la corrupción y el conflicto social (paro, desahucios y hambre) por la agenda política del conflicto civil (derechos al aborto y manifestación, terrorismo y modelo de Estado); c) Apuntalamiento del sistema político del 78 a partir del intento de legitimación del ciudadano Felipe de Borbón y Grecia, legalmente heredero del actual monarca, y la aplicación de reformas políticas de maquillaje democrático (ley de transparencia). En definitiva, la Restauración Borbónica tiene como objetivo adecuar las instituciones políticas al proceso de constitución de un nuevo modelo de sociedad a la vez que trata de detener la hemorragia de apoyos políticos a Partido Popular y Partido Socialista.
El éxito de todo ello, sin embargo, es función de la estrategia económica. Esto quiere decir que el intento político de la Restauración Borbónica fracasará si las condiciones materiales de vida de los ciudadanos no mejoran en un plazo de tiempo relativamente corto. Aunque se desvíe la atención mediática desde los conflictos sociales hacia otros escenarios que operan como cortinas de humo, no es factible que la urgencia y emergencia del plano social desaparezca por ello. La coerción del hambre siempre es más fuerte.
Esa merma de las condiciones materiales de vida, que se traslada con el tiempo a un cambio en la concepción del mundo que tienen quienes la sufren, es la que explica en gran parte la enorme desafección política. Hastiados de un sistema político que se revela incapaz de resolver los problemas más urgentes a la vez que se sigue reproduciendo en sus formas más corruptas y clientelares. Los indicadores de abstención electoral se disparan, mucho más que el paulatino desplome del bipartidismo. Pero la izquierda se encuentra a la defensiva en prácticamente todos los espacios. Los movimientos sociales y organizaciones de izquierdas luchan como pueden contra las embestidas reaccionarias del Gobierno, pero la regresión se termina consolidando. Como en un círculo vicioso, crece la desesperanza y el agotamiento y se produce un reflujo en la lucha social.
Las elecciones europeas se inscriben en ese contexto, y se convierten en una especie de pulsación del ánimo político ciudadano. Regladas por un sistema electoral proporcional, donde cada voto cuenta exactamente lo mismo, la oportunidad política de las terceras fuerzas se presenta clara, si bien no fácil.
En un momento histórico como este, Izquierda Unida tiene la tarea política de neutralizar la Restauración Borbónica proponiendo una Ruptura Democrática, esto es, una alternativa política en discurso y práctica. Para ello, hay que trabajar en mostrar la esencia del sistema que se apuntala y revelar asimismo sus contradicciones. Desde luego, esto pasa por la denuncia de la socialización de pérdidas (como en los rescates financieros y de grandes empresas) y del proceso de empobrecimiento social, así como de establecer la necesidad de poner los instrumentos políticos y económicos al servicio de la creación de empleo. Eso significa impugnar la actual Unión Europea, actuando con vistas a invertir el chantaje que actualmente imponen sus estructuras antidemocráticas.
Pero sobre todo, es importante ilusionar y generar esperanza. Derrotar a la resignación impone la tarea de construir una alternativa no sólo programática sino también discursiva. Salir de la lógica de reactividad ante la coyuntura y entrar de lleno en la proposición estratégica. El objetivo de toda sociedad es la felicidad de sus miembros, y ello conlleva unos requisitos socioeconómicos (tales como el derecho a trabajar, a la vivienda y a la jubilación) que deben defenderse sin desconectarse del objetivo mismo. No cabe la defensa de nada sin formular previamente el por qué y para qué.
La construcción de un nuevo sistema político alternativo, republicano y participativo, que se construye precisamente para atender a los deseos últimos de los ciudadanos debería ser la guía que ilumine la acción política y el discurso.
Pero esta tarea sobrepasa el espacio meramente electoral. Las elecciones se presentan siempre como el resultado de una tarea política previa. Y esa tarea impone la consecución de una hegemonía cultural. Si la gente no desea el proyecto, si no interioriza los principios y valores que lo sustentan, no es factible un triunfo electoral. Ese proceso es sin duda lento, pues requiere una acción política arraigada en el terreno y una amplia organización capaz de llegar a todas partes. Pero el actual contexto social de descontento político es un terreno en el que puede evolucionar con mucha mayor rapidez. Y es ahí donde Izquierda Unida puede y tiene que jugar el papel de catalizador.
Así, las elecciones europeas se presentan como una oportunidad para acelerar el proceso de construcción de la alternativa democrática, también llamado proceso constituyente, y que no sólo reside en la redacción de una hipotética nueva constitución. Pero para lograrlo ha de enviar señales firmes de esperanza a la ciudadanía que actualmente está al margen, más cerca o más lejos, del proyecto. Y eso se logra, también, con una elaboración de una candidatura adaptada a tales propósitos.
Efectivamente, el discurso no sólo se transmite a partir de las palabras sino también a través de los símbolos. Y las caras, los nombres y los estatus sociales de los candidatos también son elementos discursivos que importan porque definen y describen el proyecto mismo. De ahí que la elaboración de la candidatura deba acometerse de acuerdo a dicha estrategia política, a fin de facilitar el mayor acierto posible. Y sin duda es más fácil acertar cuando en la deliberación y toma de decisión participa el mayor número posible de personas de la organización. Ello implica, además, que la lista final cuente con mayor identificación por parte de la organización y también con mayor legitimidad.
En definitiva, las elecciones europeas no marcan el fin de nada. Más bien suponen un momento político que la izquierda debe aprovechar para seguir acumulando fuerzas y para seguir construyendo hegemonía en torno a un proyecto que proyecte ilusión y esperanza en la constitución de una sociedad justa. Una nueva política, hacia dentro y hacia fuera, para tiempos de emergencia social.
Fuente: publico.es

Alberto Garzón a De Guindos: "Su optimismo me deja patidifuso, estamos en una situación de emergencia social"